Dia 22 DE JULIO ¡¡LLEGADA A BURKINA!!

Después de hacer más de 3 horas de escala en Casablanca, con casi una hora de retraso, ya que hacen bajar a los primeros pasajeros a bordo para cambiar de avión, temas técnicos, ¡buf! (mejor prevenir), salimos a media noche y llego a  Ouagadougou , capital de Burkina Faso, a las 2.15 de la madrugada. En Barcelona son las 4.15; hay una diferencia horaria de solo 2 horas.

 

La sensación de pisar de nuevo un país de África subsahariana, me encanta. Como por arte de magia, con el primer pie que toco "tierra" tras bajar las escaleras del avión, se desvanecen mis inseguridades (de un país nuevo para mí, de incertidumbres de cómo irá, sin conocer a los socios locales con las que trabajaré, situación política del país, etc...) y curiosamente me siento como "en casa". Y eso que no encuentro a Keivin (de la organización APS), que venía a recogerme.

 

Tras una serie de formalidades: policía, papeleos, huella digital y foto, recoger maletas facturadas,… salgo afuera del pequeño aeropuerto. Al edificio no pueden acceder los que no viajan. A fuera apenas hay luz. Veo una valla y detrás de ella todo de caras oscuras. ¿Dónde estará Keivin? A mí es fácil reconocerme, pues solo hemos llegado una francesa cooperante y yo de entre todos los africanos. Al final pido a un burkinés con móvil en mano si me hace el favor de hacer una llamada por mí. Keivin, su mujer Mariam y su hijo Uriel están al final de esa valla, no me habían reconocido. BIEN, nos encontramos!!! 

 

Nos conocemos y saludamos, y me disculpo por el tiempo de espera a esas horas de la madrugada. Ya en el geep vamos a su casa. Antes de iniciar el viaje tenía la idea de ir a vivir no a hospedaje/hotel, sino en casa de alguna familia africana. Es una manera también de conocer más de cerca la realidad de las personas locales, sus costumbres, etc., y así lo había hecho en el 2013 en Senegal. Una inmersión aunque fugaz y por pocos días en su cultura, que tanto me atrae… Montse preguntó previamente, y ellos me han acogido para mi primera fase del viaje, las visitas que se efectuarán desde la capital. Agradecida enormemente. 

 

Por la mañana voy a hacer gestiones al centro de la ciudad. Acompañada por Uriel, hijo de Keivin y Mariam, y el que yo llamaría" el fiel trabajador de la organización APS", Elie. Yo estoy algo espesa (he dormido poco, entre los horarios, la emoción y que a las 5 de la madrugada oigo los cantos musulmanes desde los minaretes que llaman a los fieles a orar). Para el cambio de moneda relleno el formulario 3 veces, se hace por billetes de “x” cantidad, no por suma total, y no existía el de 20 euros, sí la cifra 25! Al final la cajera nos hace un arreglo. ¡Gracias Uriel por tu paciencia! Luego compro tarjeta con minutos para el teléfono móvil liberado que llevo, necesario para ir contactando con los colaboradores locales.

 

Y como nos queda un poco de tiempo pregunto si podemos visitar algún mercado, pues me entusiasman. Ahh, qué bueno recorrer un mercado africano de nuevo… Entre laberintos pasamos por estrechos caminos llenos de paradas de tan diversos temas: prendas de vestir, telas, de ferretería, utensilios de plástico (China ha invadido también esta región!!), zapatos, alimentos,…. No puedo entretenerme, pero los olores penetrantes se van sucediendo según los productos, especias, carnes, pescados,... La zona de ollas es fascinante, recipientes y cucharones enormes para poder cocinar para familias tan grandes como son las africanas, 15, y hasta 30 personas incluso! ¡Ahh!, y cuidado con fotografiar a las personas del mercado, por lo general no les gusta. Con el móvil hago alguna con discreción, sin sacar caras, más de productos y pidiendo permiso. Excepto algún dependiente que sí pide incluso la foto. No paran de ofrecerme su género (ya sabéis, cara blanca=$ en estos países, y soy la única blanca). Antes de partir compro varios mangos para llevar a la casa, ohh!, para mí es un regalo de estas latitudes, son una delicia, madurados en el árbol y recién recolectados…

 

 

Por la tarde visita a un ex investigador biólogo, Marcel Bonsi, conocido de Montse. Muy interesante la charla que mantuvimos, con unas discrepancias hacia los transgénicos de la multinacional Monsanto que han invadido el país, él a favor, yo en contra... En su país el algodón ya es un 80% transgénico, y el maíz un 60 %. El expresidente Blaise Compaoré firmó un convenio con la multinacional Monsanto [1] para dar entrada a la investigación y cultivo de los transgénicos, cediendo las tierras burkinesas para el cultivo de los Organismos Genéticamente Modificados (OGM). Los productores han sufrido los engaños de la alta productividad prometida, así como la bajada del precio del algodón burkinés por ser de menos calidad la variedad transgénica (fibra más corta), sumando un elevadísimo coste de la semilla de Monsanto aun siendo en parte subvencionada. En mi opinión, atenta contra la soberanía y la seguridad alimentaria de la población local, además de contra la biodiversidad, no solo en este país, sino a nivel mundial...

[1] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=186901 (último acceso: septiembre 2015)

 

Al regresar a la casa, en la calle están las chicas y niños de allí y vecinos cargando una carretilla de arena, y con palas. Los montones de tierra rojiza característica de esta área geográfica se distribuye a lo largo de la calle. Es época de lluvias. Las calles asfaltadas son un puñado y en el centro de la ciudad; el resto, de tierra. Todas colaboran en arreglar “su” calle. Entre risas y juegos me quedo con ellos. Enseguida nos hacemos amigas con las vecinitas. Les dejo descubrir y fotografiar con mi cámara, y mirar!, lo hacen tan bien que aquí (al comienzo día 22)  podéis ver la foto que nos han hecho! ¡Qué alegría el haber ido a parar a una casa llena de niños y chicas!. A la hora de la serie televisiva francesa acuden los niños y niñas vecinos a verla. También está en la casa un tío de Mariam pasando las vacaciones, con el cual compartimos conversaciones y la deliciosa cena de guiso africano.